Nos encontramos transitando los días de Sheminí Atzeret y Simjat Torá, momentos de especial profundidad y alegría en nuestro calendario. Tras la intensidad espiritual de Rosh Hashaná, Iom Kipur y Sucot, llegamos ahora a una instancia que, aunque pareciera una extensión de la festividad, es en verdad una celebración independiente y única.
El término Sheminí Atzeret significa literalmente “el octavo día de asamblea o detención”. Nuestros sabios explican que, durante los siete días de Sucot, Israel ofrecía sacrificios en el Templo en representación de todas las naciones del mundo. Pero al llegar el octavo día, Hashem nos dice —por así decirlo—: “Quédense un día más conmigo, solo nosotros, sin los demás”. Es el gesto íntimo del Creador que, luego de compartir Su presencia con toda la humanidad, desea un momento de cercanía exclusiva con Su pueblo.
En Sheminí Atzeret, elevamos una plegaria por la lluvia —símbolo de bendición, sustento y renovación—, reconociendo que toda abundancia proviene de lo Alto. También recitamos el Yizkor, recordando con amor a las almas de nuestros seres queridos, cuyas memorias viven entre nosotros y elevan nuestras plegarias.

Luego llega Simjat Torá, la culminación del ciclo anual de lectura de la Torá y, a la vez, el comienzo de uno nuevo. En este día, no solo estudiamos la Torá: bailamos con ella, la abrazamos y nos unimos a su alegría. Nuestros sabios enseñan que no se llama “alegría por la Torá”, sino “alegría de la Torá”, porque en este día la Torá misma se regocija, y nosotros le prestamos nuestras piernas para que pueda danzar en el mundo.
Cada aliá, cada canto y cada paso de baile expresan gratitud. Celebramos no solo haber leído toda la Torá, sino el compromiso de seguir aprendiéndola, descubriendo nuevas enseñanzas y profundizando nuestra relación con Hashem. En el mismo instante en que concluimos el Deuteronomio, comenzamos nuevamente desde Bereshit, recordando que el estudio y el crecimiento espiritual son un ciclo sin fin.
Que en estos días de alegría espiritual, cada uno de nosotros sienta la dulzura de la Torá como una fuente de vida, fuerza y propósito. Que Hashem nos conceda lluvias de bendición, abundancia material y espiritual, y que podamos entrar en este nuevo ciclo con corazones plenos de fe, humildad y esperanza.













