Shabat es Nuestra Arca

Esta semana leemos la Parashá Nóaj, que nos relata cómo Noaj, el justo de su generación, construyó un arca para sobrevivir al Diluvio que cubrió toda la tierra. Pero los sabios nos enseñan que la historia de Nóaj no pertenece al pasado: cada generación enfrenta su propio diluvio, y cada judío debe construir su propia arca.

El Sfat Emet nos revela que el nombre “Noaj” comparte raíz con la palabra menujá, descanso, la misma esencia del Shabat. Así como Noaj y su familia hallaron refugio físico dentro del arca, nosotros encontramos refugio espiritual dentro del Shabat.

Durante la semana, las olas del trabajo, las preocupaciones, las noticias y las tensiones del mundo moderno amenazan con arrastrarnos. Vivimos sumergidos en un océano de tareas y responsabilidades. Pero llega el Shabat, y Hashem nos abre Su arca —una isla de calma y santidad— donde podemos respirar, recuperar el alma y recordar qué es lo verdaderamente importante.

El Shabat no sólo nos rescata del cansancio físico, sino también del diluvio de la confusión y la ansiedad.

La conexión espiritual en el Comer, beber, cantar, dormir, compartir palabras de Torá: todo se transforma en algo elevado, porque en Shabat dejamos de ser creadores y recordamos al verdadero Creador.

Este Shabat de Parashat Nóaj, les propongo un pequeño ejercicio espiritual: construyan su arca. Prepárense con alegría, pongan en su mesa algo especial, desconecten del mundo exterior y permítanse un descanso verdadero. Enseñemos a nuestros hijos que el Shabat no es una pausa impuesta, sino un regalo divino, un refugio que nos salva del ruido del mundo.

Así como Noaj salvó a su familia entrando al arca, nosotros podemos salvar nuestras almas entrando al Shabat.

Que este día sagrado nos rescate del diluvio de la semana y nos llene de luz, serenidad y fe renovada.